Lo que parecía una venta normal de motocicleta terminó en una escena de pánico, disparos y preguntas sin resolver en un barrio popular de Bogotá. El caso dejó en evidencia una modalidad de robo de motos que sigue creciendo en la ciudad y que se aprovecha de la confianza que generan las redes sociales, especialmente cuando los delincuentes se hacen pasar por conocidos o amigos en común.
La historia comenzó con un anuncio de venta publicado en internet. Días después, el propietario fue contactado por un supuesto comprador que decía venir recomendado por un amigo. El lenguaje cercano, las referencias familiares y los detalles personales hicieron que la cita pareciera segura. Sin embargo, detrás de esa fachada había un plan cuidadosamente armado.
El engaño que inicia en redes sociales
Esta modalidad de hurto con engaño no es nueva, pero sigue cobrando víctimas. Los delincuentes toman fotos reales de perfiles de Facebook, crean identidades falsas y escriben desde números desconocidos de WhatsApp. El objetivo es simple: generar confianza para concretar una cita presencial.
En este caso, el dueño de la moto hizo algo poco común. Antes de avanzar, decidió escribirle directamente al amigo que supuestamente lo había recomendado. Así confirmó que todo era una trampa. En lugar de cancelar y quedarse en silencio, buscó apoyo para enfrentar la situación sin exponerse solo.
La cita, el intento de robo y la persecución
El encuentro se pactó cerca de un centro comercial del sur de Bogotá. Allí, el presunto comprador llegó, revisó la motocicleta y comenzó a hacer preguntas clave: si tenía GPS, si había sido intervenida eléctricamente y si podía dar una vuelta corta. Es justo en ese momento cuando muchas víctimas pierden su vehículo.
Cuando el sospechoso encendió la moto y se alejó, comenzó una persecución. Minutos después del hurto de motocicleta, llegó un mensaje de WhatsApp con una exigencia de dinero: cuatro millones de pesos para devolverla. La extorsión empezó casi de inmediato, confirmando que el robo estaba planeado desde el primer contacto.
La captura y el momento más crítico
El seguimiento permitió ubicar al ladrón en una bahía de parqueo. Allí fue interceptado y reducido. La tensión escaló cuando apareció un supuesto cómplice en un vehículo, quien abrió fuego contra quienes participaban en la recuperación. La balacera en Bogotá obligó a todos a buscar refugio y generó momentos de pánico.
Lo más inquietante ocurrió después. El hombre que disparó fue identificado como militar retirado, lo que abrió un fuerte interrogante sobre su papel en el hecho. Aunque el arma fue incautada y el caso quedó bajo investigación, no hubo captura inmediata, lo que aumentó la indignación.
¿Quiénes son Self Security y qué papel cumplen?
Tras varios minutos, se conoció que en la recuperación participó el grupo de reacción Self Security, una empresa colombiana dedicada al rastreo y localización de vehículos mediante tecnología GPS. Su labor consiste en monitoreo en tiempo real, apoyo 24/7 y coordinación con las autoridades en casos de seguridad vehicular.
Self Security cuenta con más de siete años en el mercado, utiliza dispositivos GPS 4G que no alteran el sistema eléctrico y ofrece seguimiento desde el celular. Su modelo se basa en la instalación del dispositivo, sin pagos mensuales, y en la activación de redes de apoyo cuando ocurre un robo.
En ese sentido, la empresa ofrecen respaldo y mayor seguridad para los propietarios, con monitoreo del vehículo desde el celular, alertas sonoras, acompañamiento permanente y atención desde una central operativa activa todo el tiempo, los siete días de la semana, especialmente en casos de hurto.
Recomendaciones para evitar caer en estas trampas
Ante el aumento del robo de motos en Bogotá, es clave tomar precauciones:
- Confirmar siempre la identidad del comprador con llamadas directas.
- No entregar la moto para pruebas sin acompañamiento ni garantías.
- Citarse en lugares vigilados y concurridos.
- Evitar compartir información personal o detalles técnicos del vehículo.
- Considerar sistemas de GPS y rastreo con soporte permanente.
Este caso deja claro que la confianza mal puesta puede convertirse en una pesadilla y que la prevención sigue siendo la mejor defensa.