La conexión entre Dick Cheney y Colombia: Su estrecha relación con Uribe y apoyo al Plan Colombia

Cheney llegó a considerar a Colombia como “el frente avanzado de la lucha antiterrorista en el hemisferio”
La conexión entre Dick Cheney y Colombia Su estrecha relación con Uribe y apoyo al Plan Colombia. Crédito: AFP

Durante su paso por la vicepresidencia de Estados Unidos (2001–2009), Dick Cheney se consolidó como una de las figuras más influyentes en la política hacia Colombia, país que se convirtió en un pilar estratégico de la “guerra global contra el terror” promovida por la administración Bush. Su rol fue determinante en la expansión del Plan Colombia, el fortalecimiento del vínculo con Álvaro Uribe Vélez y la consolidación de una alianza militar y de inteligencia sin precedentes entre Washington y Bogotá. Cheney murió este martes a los 84 años por complicaciones vasculares.

El Plan Colombia y la cooperación militar

Aunque el Plan Colombia fue concebido en 1999 bajo los gobiernos de Bill Clinton y Andrés Pastrana, fue durante los años de Cheney en la Casa Blanca cuando el programa alcanzó su máxima expansión. El entonces vicepresidente impulsó el componente militar del plan, defendiendo la necesidad de erradicar el narcotráfico y debilitar a las guerrillas de las FARC y el ELN mediante acciones conjuntas.

Washington destinó más de 10.000 millones de dólares en asistencia militar y logística a Bogotá, incluyendo fumigaciones aéreas, entrenamiento de tropas y cooperación en inteligencia. En varios memorandos del Consejo de Seguridad Nacional (NSC), Cheney insistió en mantener el apoyo directo a las Fuerzas Armadas colombianas, incluso frente a las denuncias de violaciones de derechos humanos. Su postura contrastó con la de otros miembros del gabinete Bush más favorables a imponer restricciones a la ayuda militar.

El encuentro secreto entre Cheney y Uribe

La relación entre Dick Cheney y el presidente Álvaro Uribe Vélez (2002–2010) fue una de las más sólidas de la década en la política hemisférica. Ambos compartían una visión dura de la seguridad nacional y coincidían en considerar que la lucha contra el narcotráfico y la insurgencia debía integrarse en la “guerra global contra el terror”.

Cheney recibió a Uribe en múltiples ocasiones en Washington y, según cables diplomáticos revelados posteriormente, lo consideraba un “socio confiable y disciplinado”. El vicepresidente defendió públicamente que Colombia debía ser “el modelo latinoamericano de la alianza antiterrorista”, especialmente después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando el discurso antiterrorista se convirtió en la piedra angular de la política exterior estadounidense.

Antes de llegar a la Casa Blanca, Cheney había dirigido Halliburton, una de las mayores empresas de servicios petroleros del mundo. Durante y después de su gestión, Halliburton y sus filiales obtuvieron contratos en Colombia para exploración y mantenimiento de infraestructura petrolera, particularmente en zonas de alta conflictividad como el Magdalena Medio y Casanare.

Críticos de su política lo acusaron de favorecer indirectamente a corporaciones estadounidenses en áreas estratégicas para la seguridad energética, coincidiendo con las regiones donde operaban fuerzas estadounidenses y contratistas privados del Plan Colombia.

Colombia en la “guerra global contra el terror”

Cheney fue uno de los principales promotores de integrar la experiencia colombiana en el discurso global contra el terrorismo. Informes del Departamento de Estado y del Pentágono durante su vicepresidencia describieron a Colombia como “el frente avanzado de la lucha antiterrorista en el hemisferio”, asimilando a las FARC con grupos islamistas por su estructura militar y sus vínculos con el narcotráfico.

Bajo esa lógica, la Casa Blanca justificó el envío de asesores, equipos y contratistas privados estadounidenses que habían trabajado previamente en Irak y Afganistán. Esta conexión consolidó a Colombia como el principal receptor de ayuda militar estadounidense en América Latina.

Tras dejar el cargo en 2009, Cheney siguió defendiendo la estrategia que ayudó a diseñar. En una conferencia en el American Enterprise Institute, calificó al Plan Colombia como “una de las historias de éxito más claras de la política exterior de Estados Unidos en América Latina”.

Sin embargo, organizaciones de derechos humanos y sectores progresistas lo consideran uno de los arquitectos del modelo de militarización que marcó los años más duros del conflicto colombiano, con miles de víctimas civiles y una expansión de la presencia militar estadounidense en la región.