Mientras miles de familias celebran las fiestas decembrinas, millones de animales en Bogotá enfrentan días de miedo, angustia y sufrimiento a causa del uso de pólvora.
Los más afectados con estas detonaciones son los animales de compañía.
Y es que de acuerdo con un estudio de la Secretaría Distrital de Salud, en la ciudad hay 2.742.044 perros y 723.857 gatos, es decir, más de 3 millones 465 mil animales domésticos expuestos directamente a los efectos nocivos de la pólvora.
Las proyecciones muestran además que esta población seguirá creciendo:
- 2026: 2.763.664 perros y 729.465 gatos.
- 2027: 2.785.310 perros y 735.054 gatos.
- 2028: 2.807.129 perros y 740.584 gatos.
A esta realidad se suma la población más vulnerable. Según el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA), en Bogotá 66.467 perros deambulan por las calles; de ellos, más del 57 % son perros comunitarios o de cuadra y un 33 % son perros callejeros o vagabundos, animales que enfrentan la pólvora sin refugio ni protección.
El impacto del uso de pirotecnia es profundo. Dumar Jaramillo, profesor de Medicina Veterinaria de la Universidad de los Llanos, explica que la pólvora genera un daño severo desde el punto de vista auditivo y emocional:
“La pirotecnia genera un impacto altamente negativo en los animales de compañía, pero también en niños y personas geriátricas. Los estallidos de pólvora alcanzan entre 150 y 175 decibeles. En niños, el daño auditivo comienza desde los 80 decibeles, y en perros y gatos, que tienen una sensibilidad auditiva mucho mayor, desde los 65 decibeles ya se producen afectaciones importantes”.
El experto advierte que este impacto sonoro desencadena altos niveles de estrés en los animales, que pueden derivar en conductas agresivas, intentos de escape y graves afectaciones fisiológicas:
“En perros y gatos se presentan eventos de taquicardia, taquipnea, jadeo y alteraciones comportamentales asociadas a ansiedad extrema. Muchos animales huyen aterrados, se extravían o sufren accidentes. Por eso es fundamental no sacarlos de casa durante las noches del 24 y 31 de diciembre”.
Jaramillo recomienda crear espacios seguros e insonorizados dentro del hogar, permitir que los animales se refugien debajo de la cama o en clósets, y acudir al veterinario para el uso de feromonas que ayuden a reducir el estrés.
El daño no se limita a los animales domésticos. El experto subraya que la pólvora tiene un impacto devastador sobre la fauna silvestre, especialmente sobre las aves:
“Las aves se desorientan, entran en pánico, abandonan nidos y crías. Estudios internacionales han demostrado que en eventos de pirotecnia se registra hasta un 30 % de abandono de nidos. Además, muchas aves chocan, se fracturan y aumenta drásticamente la mortalidad”.
Las consecuencias ya son visibles en la ciudad. En Bogotá, durante los últimos dos años, 1.901 animales —entre perros, gatos y fauna silvestre— han resultado afectados por pólvora, con muertes confirmadas.
Frente a este panorama, los animalistas hacen un llamado urgente a la conciencia ciudadana.
Camilo Sánchez, defensor de los derechos animales, enfatiza que celebrar no debe implicar sufrimiento:
“En esta temporada decembrina hacemos un llamado respetuoso a no utilizar pólvora. Su uso pone en riesgo la vida de personas, especialmente niños y adultos mayores, y causa un grave daño a los animales. Perros, gatos, aves y fauna silvestre sufren estrés, pánico, desorientación y, en muchos casos, lesiones graves o la muerte. Celebrar no debe significar hacer daño”.
El mensaje es claro: optar por celebraciones sin pólvora es una decisión que salva vidas. Esta Navidad, cuidar a los animales y al entorno también es una forma de celebrar, construir paz y promover una ciudad más consciente y humana.