Adrián Mutu, una de las figuras más polémicas y talentosas del fútbol rumano, es también protagonista de una de las historias más curiosas del deporte moderno: el uso de brujería y métodos alternativos para evitar lesiones, alejar malos espíritus y combatir una supuesta maldición que, según él, marcó parte de su carrera. En esta crónica repasamos los rituales, supersticiones y episodios más llamativos que rodearon al delantero, una figura que brilló en Italia pero que vivió un paso turbulento por el Chelsea.
Mutu y el Chelsea: una etapa marcada por supersticiones y problemas
A comienzos de los años 2000, el Chelsea iniciaba una nueva era con grandes inversiones. Entre los nombres elegidos para liderar el ataque apareció Adrián Mutu, que compartía delantera con Jimmy Floyd Hasselbaink, Eidur Gudjohnsen y Enrique de Lucas. Tras su exitoso paso por el Parma y el Verona, equipos en los que se convirtió en uno de los atacantes más prometedores de la Serie A, el fichaje del delantero rumano generaba altas expectativas.
Sin embargo, detrás del talento había una personalidad marcada por las supersticiones, la fiesta y una vida extradeportiva que muchas veces se interponían con su rendimiento.
La albahaca como protección: su ritual más famoso
Uno de los hábitos más llamativos de Mutu en los vestuarios del Chelsea era su costumbre de guardar albahaca en su casillero. El rumano aseguraba que esa planta lo protegía de lesiones y alejaba a los “malos espíritus”.
Incluso se llegó a echar hojas trituradas dentro de los guayos, usándolas como si fueran talco. Para Mutu, la albahaca era un amuleto indispensable antes de cada partido. Estas creencias, según él, provenían de tradiciones rumanas muy arraigadas, similares a las supersticiones gitanas. Historias de brujería, maleficios y protecciones espirituales habían formado parte de su cultura desde pequeño.
La maldición de la exnovia y el aviso de la bruja
Uno de los puntos más oscuros de su vida personal surgió cuando consultó a una mujer que, según él, era una bruja reconocida. Ella le advirtió que una exnovia le había echado una maldición y que en los meses siguientes enfrentaría serios problemas.
Poco tiempo después, Mutu dio positivo en un control antidopaje por consumo de cocaína. El delantero siempre declaró que su adicción estaba ligada a un estilo de vida desenfrenado, pero en su entorno algunos vinculaban aquel episodio directamente con la “maldición” anunciada.
Tras el escándalo, que provocó su salida del equipo londinense, Mutu afirmó haber consultado a varios brujos para encontrar una solución. Armó, según relató él mismo, una especie de “sanedrín” de especialistas en magia que le indicaron qué debía hacer para neutralizar el mal que lo aquejaba.
Los calzoncillos al revés: el método para “romper” el conjuro
Entre las recomendaciones, una de las más insólitas fue jugar con los calzoncillos al revés. Sí, literalmente. Mutu colocaba la parte trasera de la prenda hacia adelante y la frontal hacia los glúteos. Así saltaba a la cancha, convencido de que este ritual lo protegía de la mala energía que supuestamente le había lanzado su expareja.
Durante varios partidos mantuvo esta práctica, que para él era un contrarresto directo a la brujería que lo perseguía.
Una carrera brillante opacada por escándalos
A pesar de los goles y del brillo que mostró en equipos como Parma, Verona y Fiorentina, equipos en los que sumó más de cien goles, la carrera de Adrián Mutu quedó marcada por las polémicas.
En el Inter no logró consolidarse, y en el Chelsea su paso terminó abruptamente por los problemas disciplinarios mencionados anteriormente. Aunque el talento era indiscutible, sus excesos y supersticiones muchas veces eclipsaron su rendimiento. Cabe destacar que fue campeón de una liga inglesa, una liga rumana, así como una copa nacional de este país.
Su calidad deportiva también se vio reflejada en títulos individuales, siendo máximo goleador de un torneo italiano y logrando distinciones en Italia e Inglaterra en su carrera.
Hoy, Mutu es recordado no solo por su calidad futbolística, sino también por sus historias de brujería, rituales y creencias, las más singulares del fútbol europeo moderno. Un personaje que, para muchos, representa el último gran exponente de esas leyendas místicas en el deporte contemporáneo.