La crisis deportiva e institucional que atraviesa el Club Atlético Huila llegó a un punto definitivo, su sede será trasladada oficialmente al municipio de Yumbo, en el Valle del Cauca, y el equipo ya no podrá seguir compitiendo bajo el nombre que lo ha identificado durante décadas.
La noticia fue confirmada por la junta directiva a través de un extenso comunicado en el que se detalla que la decisión responde a la inhabilitación del estadio Guillermo Plazas Alcid y a la imposibilidad de jugar en territorio huilense en el corto y mediano plazo, a pesar de la ya aprobación de los recursos destinados para la remodelación de la tribuna occidental.
Esta decisión, que para muchos hinchas parecía impensable, surge (según el Club) como la única vía para garantizar la continuidad del proyecto deportivo y evitar el colapso financiero de la institución.
El comunicado señala que la situación que enfrenta el equipo no es producto de una elección, sino de una “compleja e involuntaria coyuntura” ocasionada por el cierre del Plazas Alcid, un escenario que, desde hace años, arrastra fallas estructurales y procesos inconclusos de reforzamiento.
Luego del informe oficial que prohibió por completo el ingreso de público, la Junta Directiva asegura haber evaluado múltiples alternativas para mantener al equipo en Neiva; sin embargo, ninguna ofrecía condiciones viables para sostener operaciones de competencia profesional, logística, seguridad y economía.
En medio de este panorama, se abrió la posibilidad de trasladar la sede a Yumbo. Tras varias mesas técnicas y una negociación con la administración municipal, el club presentó la solicitud formal ante la Dimayor, la cual está en trámite y cuenta con el aval del nuevo municipio receptor.
La directiva explica que “esta decisión no solo busca garantizar un espacio adecuado donde el equipo profesional y las divisiones formativas puedan entrenar y competir, sino también evitar un deterioro mayor de las finanzas”.
Para Neiva y el Huila, el traslado del Atlético Huila representa una pérdida cultural, emocional y económica. El equipo, fundado en 1990, ha sido durante años un símbolo de identidad regional, un punto de encuentro para miles de aficionados y un motor de actividad comercial en días de partido.
El comunicado lamenta profundamente este desenlace, calificándolo como “un daño irreparable para la afición y para el departamento”, que durante décadas ha respaldado al equipo incluso en los momentos más difíciles.
A este dolor se suma otro golpe, y es el cambio de nombre. Una vez se concrete el traslado con la aprobación de Dimayor, el Club no podrá seguir disputando sus encuentros bajo el nombre Atlético Huila. Aunque no se detalla cuál será la nueva denominación, el anuncio fue suficiente para generar indignación y tristeza entre los seguidores, que ven en ese cambio la pérdida simbólica más fuerte de todas.
Pese a la dureza del momento, la Junta Directiva concluye el comunicado asegurando que continuará trabajando “de manera responsable, seria e inclusiva” para proteger el futuro de la institución. Afirma que la decisión es inevitable, producto de una verdadera fuerza mayor y no de la voluntad del Club.
También agradece a la afición por su compromiso histórico y pide comprensión en medio de un escenario que, según recalcan, escapó completamente a su control.
El traslado, en cualquier caso, marca un antes y un después en la historia del fútbol huilense. La región pierde temporal, o quizás permanentemente, a su equipo emblemático, mientras el fútbol profesional colombiano presencia uno de los episodios más drásticos derivados de la crisis de infraestructura deportiva.
Por su parte, el concejal Cristian Bautista, reconocido también por su activa participación en la barra del Atlético Huila, recordó las vivencias que han marcado su vida alrededor del estadio Guillermo Plazas Alcid, un escenario que describe como su “segunda casa” y el lugar donde forjó sentido de pertenencia, identidad y amor por lo propio; desde donde alentaba junto a sus compañeros de hinchada al equipo de sus amores.
En sus relatos destaca el papel fundamental de la barra fundada a finales de los 90, con líderes como Alfonso Quince Guzmán, que impulsaron la cultura barrista en el Huila y convirtieron el estadio en un espacio de fiesta, folclor y unión para los hinchas locales y visitantes; por lo que esta decisión cae como baldazo de agua fría para los hinchas quienes por años apoyaron al equipo.
El futuro del Club, su identidad y su relación con la hinchada quedan ahora en manos de lo que suceda en este nuevo capítulo fuera de casa.