El presupuesto para la Vivienda de Interés Social (VIS) en 2026 será el más bajo en más de una década, con una caída del 35,7 % en la inversión pública. Esta disminución preocupa a constructores y expertos, quienes advierten un impacto directo en el acceso a vivienda para los hogares de menores ingresos.
El presidente de Camacol, Guillermo Herrera, señaló que “el presupuesto asignado a la VIS es insuficiente y puede limitar la posibilidad de que las familias de menores ingresos accedan a casa propia”. Según dijo, la reducción ocurre en un escenario donde la inversión total del Presupuesto General de la Nación apenas crece un poco más del 5 %.
Herrera afirmó que la reactivación del sector dependerá de la capacidad del próximo gobierno para optimizar el gasto social en programas efectivos como los de vivienda.
Costos al alza y tasas de interés inciertas
El sector enfrenta presiones adicionales. Los costos de construcción continúan al alza y la evolución de las tasas de interés hipotecarias dependerá de las decisiones de política monetaria y del riesgo país, indicó Herrera. Esta combinación genera incertidumbre tanto para quienes buscan comprar vivienda como para los constructores que proyectan nuevas obras.
La oferta de vivienda nueva completa 19 meses de caídas consecutivas. En octubre de 2025 se ubicó en 156.000 unidades, es decir, 14.000 menos que un año atrás, mientras que cada año se conforman cerca de 370.000 nuevos hogares. Esta brecha entre oferta y demanda ha incrementado la presión sobre el mercado de arriendos y ha impulsado la inflación, especialmente en alojamiento y servicios.
A pesar del panorama, Camacol proyecta que las ventas de vivienda podrían crecer entre 5 % y 12 % en 2026 y que los inicios de obra repuntarían más del 13 %. El gremio confía en la implementación de cinco propuestas clave: recuperación del programa Mi Casa Ya, impulso de un programa de Reactivación para Todos, restablecimiento de incentivos al ahorro, promoción de nuevos modelos de negocio y fortalecimiento de políticas urbanas.
Herrera subrayó que “la vivienda puede convertirse en un motor para frenar la caída de la inversión privada y generar empleo, reactivación y estabilidad económica, si se aplican políticas consistentes”.
Relación con la inflación y efecto en los hogares
La presión sobre los precios de vivienda y arriendos incide directamente en la inflación. Los rubros de alojamiento y servicios explican 1,65 puntos porcentuales del IPC anual y representan más del 40 % del gasto de los hogares con menores ingresos. La falta de vivienda formal intensifica estos efectos, lo que convierte el acceso a vivienda en un asunto prioritario de política económica y social.