Félicette: la increíble historia de la primera gata que viajó al espacio y fue olvidada por la historia

En 1963, la gata Félicette fue lanzada al espacio por científicos franceses en una misión que cambió la historia.
La misión de Félicette en 1963 demostró que los mamíferos podían soportar un vuelo suborbital y regresar con vida. Crédito: International Space University felicitte

Antes de que los humanos alcanzaran la Luna, varios animales fueron enviados al espacio para estudiar cómo reaccionaba el cuerpo ante la falta de gravedad. Entre ellos, la gata Félicette, seleccionada por científicos franceses en 1963, se convirtió en la primera y única felina que viajó más allá de la atmósfera y regresó con vida.

La misión fue impulsada por el Centre d’Enseignement et de Recherches de Médecine Aéronautique (CERMA), una entidad que en plena carrera espacial buscaba entender cómo afectaba la ingravidez al sistema nervioso y al equilibrio de los mamíferos. En esa época, la Unión Soviética ya había lanzado a la perra Laika en 1957, pero la mayoría de esos vuelos resultaban fatales.

La cápsula del cohete Véronique AG1 llevó a Félicette a una altitud de 157 kilómetros antes de regresar a la Tierra.Crédito: International Space University felicitte


Animales en el espacio: antecedentes del experimento

El proyecto del CERMA comenzó con 14 gatos seleccionados en París, todos hembras por su temperamento más estable. Durante dos meses, fueron sometidos a un proceso de entrenamiento médico y físico que incluía centrifugadoras, simuladores de vuelo y monitoreo de ondas cerebrales.

Los científicos evitaron darles nombres para no generar lazos afectivos. En su lugar, cada uno fue identificado con un número. El ejemplar C341 fue finalmente elegido por su peso ideal, de 2,5 kilos, y su calma durante las pruebas. Más tarde, los medios la bautizarían como Félicette, nombre inspirado en el personaje animado Félix el Gato.

Cómo fue el lanzamiento del cohete Véronique AG1

El 18 de octubre de 1963, desde una base en Argelia, el cohete Véronique AG1 despegó con Félicette dentro de una cápsula presurizada equipada con sensores. La nave alcanzó una altitud de 157 kilómetros, superando la línea de Kármán, que marca el inicio del espacio exterior.

La misión francesa con Félicette permitió estudiar los efectos de la microgravedad en mamíferos.Crédito: International Space University felicitte


Durante los cinco minutos de microgravedad, los instrumentos registraron su ritmo cardíaco y actividad cerebral. La cápsula descendió de forma controlada con paracaídas y fue recuperada apenas trece minutos después del despegue. Félicette se encontraba viva y sin lesiones visibles, un hecho que confirmó que los mamíferos podían resistir condiciones extremas fuera de la Tierra.

El destino y el legado de Félicette

Tras el éxito del vuelo, los datos recopilados ayudaron a mejorar el diseño de futuras cápsulas espaciales. No obstante, semanas después, los científicos del CERMA decidieron sacrificar a Félicette para analizar los efectos neurológicos del viaje, una práctica común en los programas de investigación animal de la época.

Aunque su contribución fue decisiva, su historia fue opacada por la fama de otros animales astronautas como Laika o el chimpancé Ham. Solo décadas más tarde se reconoció su papel. En 2019, una estatua en su honor fue inaugurada en la Universidad Espacial Internacional de Estrasburgo, en Francia, como símbolo del aporte científico que representó su breve pero histórico viaje.

El vuelo suborbital de Félicette duró trece minutos y fue recuperada con vida tras su aterrizaje.Crédito: International Space University felicitte


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