Llega el USS Ford, el buque más poderoso de EE. UU., a aguas del Caribe

El buque es el más poderoso de la Armada estadounidense.

El portaaviones USS Gerald R. Ford, el buque insignia más moderno y poderoso de la Armada estadounidense, ha arribado a aguas cercanas a América Latina, marcando un nuevo capítulo en el despliegue militar más grande de Estados Unidos en la región en décadas. La llegada del navío, acompañada por tres destructores de guerra, ha alimentado las especulaciones de que la administración del presidente Donald Trump planea intensificar su campaña antidrogas, incluso con posibles ataques contra Venezuela.

Según informó la Armada de Estados Unidos en un comunicado, el USS Ford y sus escoltas, los destructores USS Bainbridge, USS Mahan y USS Winston S. Churchill, entraron el martes en la zona de operaciones del Comando Sur, que abarca parte del Atlántico y rutas clave del narcotráfico en el Pacífico. Aunque los buques aún no se encontraban en el mar Caribe, su presencia amplía significativamente el alcance de las operaciones militares estadounidenses en el hemisferio.

Estas fuerzas mejorarán y ampliarán las capacidades existentes para interrumpir el tráfico de estupefacientes y debilitar y desmantelar las organizaciones criminales transnacionales”, declaró el portavoz del Pentágono, Sean Parnell. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ordenó el traslado del portaaviones desde Europa el 24 de octubre, tras cinco meses de despliegue en el Mediterráneo desde su puerto base en Virginia.

El arribo del Ford eleva a más de una docena los buques de guerra estadounidenses actualmente en la región, un número sin precedentes para América Latina, donde históricamente solo uno o dos buques apoyaban a la Guardia Costera en misiones rutinarias de interdicción de drogas.

Sin embargo, la llegada del portaaviones se produce en un contexto de creciente controversia. Desde septiembre, la administración Trump ha ordenado al menos 19 ataques militares en el Caribe y el Pacífico oriental, que han destruido embarcaciones rápidas vinculadas al narcotráfico. Según cifras oficiales, al menos 75 personas han muerto como resultado de esta campaña, que el presidente ha defendido como “necesaria para proteger a Estados Unidos del veneno de las drogas”.

Los expertos en derecho internacional advierten que la estrategia viola las normas de la guerra, ya que las embarcaciones atacadas no representan una amenaza armada para el país norteamericano. Aun así, Trump ha insinuado en repetidas ocasiones que podría ampliar la ofensiva a objetivos terrestres, especialmente en Venezuela, cuyo presidente Nicolás Maduro ha sido blanco frecuente de sus declaraciones. “Los días de Maduro están contados”, dijo recientemente el mandatario, avivando las preocupaciones sobre una posible intervención militar.

En Washington, los demócratas han condenado los asesinatos extrajudiciales y exigido al Congreso reafirmar su potestad constitucional para declarar la guerra, pero los esfuerzos legislativos para limitar el poder del presidente han sido bloqueados por la mayoría republicana. Una medida para impedir que Trump lanzara una ofensiva contra Venezuela fue rechazada la semana pasada.

Mientras tanto, funcionarios de la administración —incluidos Hegseth y el secretario de Estado Marco Rubio— ofrecieron una sesión informativa clasificada a varios miembros del Congreso para disipar temores de una escalada directa. Según reportó The Washington Post, en esa reunión ambos aseguraron que no existen planes inmediatos para atacar Venezuela y que el gobierno carece de un fundamento legal sólido para hacerlo.

Con 4.000 marineros a bordo y una capacidad operativa sin igual, el USS Gerald R. Ford simboliza el poder militar de Estados Unidos en un momento en que las relaciones hemisféricas atraviesan una fuerte tensión. Su sola presencia, según analistas, envía un mensaje inequívoco: la segunda administración Trump está dispuesta a usar la fuerza militar como instrumento central de su política antidrogas y de presión sobre Caracas.