Trump promete responder a un ataque del Estado Islámico que mató a soldados estadounidenses en Siria

El presidente Trump tomará represalias por la muerte de los soldados en Siria.
Trump afirmó que los ataques en el Caribe salvan vidas y dejó abierta la posibilidad de medidas similares contra el tráfico de drogas en México y Colombia. Crédito: AFP

El presidente Donald Trump dijo el sábado que Estados Unidos tomará represalias por la muerte de dos soldados y un civil estadounidense en el centro de Siria a manos de un presunto miembro del Estado Islámico (EI).

"Tomaremos represalias", dijo Trump a los periodistas frente a la Casa Blanca. Poco después agregó desde su plataforma Truth Social que el presidente sirio, Ahmed al Sharaa estaba "extremadamente enfadado y afectado por este ataque".

El ataque se registró cerca de Palmira, en el centro de Siria, cuando las fuerzas estadounidenses se encontraban en una reunión con líderes locales como parte de una misión clave de inteligencia y coordinación para combatir a grupos extremistas en la región. Según el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, además de los tres fallecidos, tres soldados resultaron heridos y están recibiendo atención médica.

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, calificó el asalto como una agresión brutal y aseguró que el atacante fue neutralizado por fuerzas aliadas sobre el terreno. En un mensaje publicado en la red social X, Hegseth lanzó una advertencia contundente: quien ataque a estadounidenses en cualquier parte del mundo será perseguido y eliminado sin piedad.

El grupo Estado Islámico ha sido señalado por las primeras evaluaciones como el responsable del ataque, realizado por un solo combatiente que abrió fuego de forma sorpresiva contra las tropas y el intérprete.

Las identidades de los militares fallecidos y del intérprete no han sido reveladas oficialmente; el Pentágono explicó que esto se debe a los protocolos que exigen esperar al menos 24 horas después de notificar a los familiares antes de publicar cualquier información personal.

Este episodio es considerado uno de los más graves contra fuerzas estadounidenses en Siria en los últimos años y ocurre en un momento en que Washington ha intentado equilibrar la reducción gradual de sus tropas con el mantenimiento de la presión sobre células extremistas remanentes en el país.

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