Durante años, la memoria USB fue la herramienta más usada para compartir archivos en oficinas, universidades y hogares. Resultaba fácil llevar documentos en el bolsillo y conectar el dispositivo a cualquier computador. Sin embargo, ese protagonista de la conectividad empezó a ceder espacio. La forma en que se almacenan y transfieren datos cambió, acompañada por nuevas necesidades de velocidad, seguridad y capacidad.
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El avance de los formatos multimedia —fotos en alta definición, videos en 4K, música en calidad profesional— impulsó una transformación. La mayoría de memorias USB tradicionales no pueden manejar archivos tan pesados con la misma rapidez con la que evolucionan las exigencias digitales. Esta realidad abrió el paso a tecnologías más avanzadas.
La nube: principal reemplazo del USB
El almacenamiento en la nube se convirtió en el nuevo estándar. Plataformas como Google Drive, OneDrive o iCloud permiten guardar archivos sin ocupar espacio físico, acceder desde cualquier dispositivo y compartir información mediante enlaces. Además, la nube integra funciones de seguridad como copias automáticas, verificación en dos pasos y control de permisos, algo que una memoria USB no ofrece.
Otra ventaja es la colaboración. Con la nube, varias personas pueden editar un documento al mismo tiempo desde diferentes lugares del mundo. En el caso del USB, se depende del traslado físico del dispositivo y del riesgo de perderlo.
Discos SSD portátiles: velocidad superior
Los discos SSD externos reemplazan al USB en entornos profesionales que requieren mayor velocidad. Ingenieros, diseñadores gráficos y creadores de video prefieren estos dispositivos porque permiten transferencias rápidas, almacenamiento de grandes volúmenes y mayor durabilidad. A diferencia del USB, el SSD portátil resiste golpes y no usa partes móviles internas, lo que lo hace menos propenso a daños.
Mientras una memoria USB promedio mueve datos a una velocidad básica, los SSD pueden multiplicar ese rendimiento. Esta eficiencia se traduce en ahorro de tiempo para quienes manipulan archivos pesados.
Memorias SD: aliadas de cámaras y dispositivos móviles
Las memorias SD y microSD también asumieron parte del terreno perdido por el USB. Se usan en cámaras profesionales, celulares, drones y consolas de videojuegos. Son pequeñas, discretas y pueden almacenar grandes cantidades de información sin ocupar espacio visible. En aplicaciones de movilidad, superan a la memoria USB por su tamaño y compatibilidad.
Seguridad: lo que hay que evitar
Con el declive de la memoria USB también llega una advertencia importante:
los pendrives continúan siendo uno de los dispositivos con mayor riesgo de infección por virus, especialmente cuando se conectan a computadores desconocidos. Expertos en ciberseguridad insisten en que:
-Nunca se deben abrir archivos de un USB sin antes analizarlos con un antivirus.
-Evitar conectar una memoria USB encontrada en lugares públicos.
-No guardar claves, documentos personales o datos bancarios sin cifrado.
Las alternativas actuales integran protocolos más seguros. La nube permite acceso controlado; los SSD pueden cifrarse; y las memorias SD operan principalmente en dispositivos personales.
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El futuro sin USB
La transformación tecnológica marca una tendencia clara: la conectividad moderna ya no depende de un objeto físico que pueda perderse, dañarse o infectarse. El almacenamiento digital se mueve hacia soluciones más rápidas, seguras y con acceso desde cualquier lugar del mundo.