Aunque en redes sociales abundan tendencias, filtros y “antes y después”, no existe una edad universal para iniciar procedimientos de medicina o cirugía estética.
Así lo explica la médica Andrea Díaz Martínez, especialista en Medicina Estética y Antienvejecimiento.
La experta afirmó que el factor determinante es el estado de la piel, la cual puede determinar las necesidades reales frente a este tipo de procedimientos.
“La gente busca una edad mágica, pero no existe. Cada piel envejece distinto. Lo esencial es escucharla”, afirmó la especialista.
Destacó que las consultas sí muestran un patrón: la mayoría de pacientes empieza a acudir entre los 25 y 35 años, etapa en la que aparecen los primeros cambios visibles y se busca orientación para prevenir o corregir.
Díaz Martínez señala que cada década requiere un abordaje distinto: a los 25 años, la prioridad es mejorar la calidad de la piel: hidratación profunda, antioxidantes, protección solar rigurosa, manejo de manchas y estímulo suave de colágeno. No se recomienda intervenir rasgos que aún están en pleno desarrollo.
A los 35 años, el objetivo pasa a recuperar soporte y firmeza. En esta etapa se evalúan tratamientos para tensar, estimular colágeno y prevenir caída de tejidos. Los procedimientos son más conservadores y buscan mantener la armonía sin cambios bruscos.
A los 45 años o más, aquí se trabaja en reposiciones estratégicas y lifting no quirúrgico, según el tipo de envejecimiento de cada paciente.
“La pérdida de volumen, la flacidez y las líneas profundas requieren técnicas más estructurales, pero sin perder la naturalidad”, indicó.
La especialista es enfática: prevenir siempre es más amable para la piel que corregir, pero eso no significa que comenzar tarde sea un impedimento. “Nunca es tarde si hay propósito, educación y un plan sostenible en el tiempo”, afirma.
La médica advierte que los pacientes más jóvenes suelen ser quienes más se equivocan al tomar decisiones estéticas.
“Los muy jóvenes quieren lo que no necesitan”, señala, refiriéndose a procedimientos influenciados por celebridades o tendencias digitales que no corresponden a su morfología ni a su etapa de vida.
“Muchos creen que ya no hay nada por hacer, pero eso no es cierto. Lo que se necesita es un diagnóstico honesto y un plan adecuado”, indicó.
Para la especialista, el mensaje es claro: no se trata de hacerlo a los 25, 35 o 45, sino de hacerlo a la edad en que la piel lo necesita y bajo un acompañamiento profesional, seguro y honesto.