Más de 4.000 personas esperan un trasplante en Colombia, según cifras del Ministerio de Salud. En una entrevista con 'Siempre Contigo' de La FM, Paola Mejía, paciente receptora de un hígado, y su esposo, Iván Celi, relataron cómo la donación de órganos cambió su vida y la de su familia.
¿Cómo fue recibir el diagnóstico que cambió su vida?
Paola Mejía recordó que el momento en que escuchó que necesitaba un trasplante fue “como una película”. Dijo: “Jamás en mi vida pensé que iba a necesitar un trasplante de órgano, y menos del hígado”. Relató que su enfermedad fue silenciosa y que los síntomas aparecieron cuando ya no había alternativas. “La gente dice que el hígado se regenera, pero hasta cierto punto”, explicó.
La noticia la recibió en Perú, en plena pandemia, donde no pudo acceder a un trasplante por no ser ciudadana. “Allá no todos pueden recibir órganos, solo los niños tienen prioridad. Me dijeron: ‘Lo único que te salva es un trasplante de hígado’. No lo podía creer”, afirmó. Fue entonces cuando decidió regresar a Colombia para ingresar a una lista de espera.
En Colombia, toda persona es potencial donante al nacer. Sin embargo, la decisión final suele recaer en los familiares. “La desinformación hace que muchos no autoricen la donación. Por eso es importante declararlo en vida”, dijo Mejía, al explicar que el proceso se realiza fácilmente en la página del Ministerio de Salud.
¿Qué impacto tuvo la enfermedad en su familia?
Iván Celi contó que el proceso fue difícil desde el inicio. “Es negación total, no sabes si es real o no”, expresó. Cuando comenzaron a notar los síntomas visibles, entendieron la gravedad del cuadro. Además, la pandemia agravó la situación. “El encierro fue más estricto. Si le daba COVID, no había nada que hacer”, recordó.
Ambos decidieron mantener informadas a sus hijas, de 13 y 23 años. “Fue muy duro, pero decidimos hablarles con la verdad. Tuvimos conversaciones adultas, sin tapujos”, relató Celi. Para Paola, el apoyo de su familia fue decisivo: “O nos separábamos o me moría allá. Decidimos venir a Colombia y luchar”.
Ya en el país, Paola ingresó a la lista de espera y enfrentó siete llamados sin éxito antes del trasplante. “Competí con niños y adolescentes. Es muy duro, porque sabes que alguien tiene que morir para que tú vivas”, contó. Finalmente, recibió el órgano de un donante fallecido gracias a la autorización de su madre.
¿Qué significa vivir con el órgano de otra persona?
Tras la cirugía, Paola dijo que su vida cambió por completo. “A veces no reconocía mis pensamientos. Mi olor cambió, y mi gusto musical también. Antes no escuchaba salsa ni vallenato, ahora me encanta”, relató. Al conocer detalles del donante, supo que era un joven de 20 años de Barranquilla. “Ahí entendí muchas cosas”, dijo.
La paciente afirmó que ahora ve la vida y la muerte con respeto. “El cuerpo siempre te da alertas. Yo ignoré las señales del estrés y del cansancio. Ahora sé que sin salud no hay nada”.
Su esposo agregó: “La decisión de donar un órgano debe tomarse con amor, porque ayuda a otra familia”. Paola concluyó con un mensaje a quienes esperan un trasplante: “Tengan fe. Donar salva vidas y reduce las listas de espera. Gracias a una madre que dijo ‘sí’, yo estoy viva”.