Con el temor constante de perder el trasplante de riñón por el que esperó cuatro años, vive Leonardo Riaño, un paciente que vive en Duitama y que hoy, en medio de la crisis del sistema de salud, lucha cada mes para acceder a los medicamentos que necesita para sobrevivir.
“Yo estuve cuatro años esperando un órgano. Me trasplantaron en mayo de este año. Y ahora el miedo más grande es perderlo porque no hay medicamentos. Yo logré el trasplante por un muchacho que falleció en un accidente y me lo pudieron donar, nunca había tenido problemas por los medicamentos antes del procedimiento, pero ahora todo es diferente y más difícil para nosotros”, señaló.
Leonardo debe desplazarse desde Duitama hasta Bogotá para reclamar sus medicamentos, ya que porque la droguería contratada por la Nueva EPS en su municipio “no tiene cómo entregarlos”.
“Son tres horas de viaje para dejar documentos y esperar ocho días a ver si me autorizan. Luego otras tres horas para recoger la autorización, y cuando voy a la droguería, me dicen que no hay medicamento. Es un desgaste físico y emocional tremendo. Esto es un complique los primeros medicamentos no me los entregaron y coloque tutela y eso no le hacen caso a nada”, dijo.
Afirmó que la situación llegó al punto de que la EPS acumuló retrasos de hasta tres meses en la entrega de los insumos vitales.
“Los de julio me los entregaron en agosto, y los de septiembre y octubre apenas me los dieron en noviembre, tengo una cantidad de pendientes y pendientes de medicamentos y nada que me los entreguen. Así no se puede vivir”, dice.
Ante la falta de medicamentos, Leonardo como muchos otros pacientes trasplantados, ha tenido que recurrir a redes informales de ayuda entre pacientes.
“Nos prestamos medicamentos entre nosotros. Hay gente que tiene de más y nos ayuda. Yo también he donado e intercambiado cuando he podido. Pero no debería ser así”, dijo.
Leonardo aseguró que necesita tomar tacrolimus y micofenolato, medicamentos que evitan que su cuerpo rechace el órgano. Son de por vida, a la misma hora, sin fallar un solo día.
“Me da miedo perder mi trasplante. Sería devastador. Uno sufre mucho para llegar hasta ahí. Volver a diálisis sería otro martirio”, señaló en medio de la angustia de pensar qué pasará cuando ya no tenga recursos para comprarse sus medicamentos.
El apoyo económico de familiares y amigos ha sido su tabla de salvación temporal
“Un amigo me da 200 mil, otro me presta. Pero uno no sabe hasta cuándo va a poder seguir así. Si esto sigue igual, en febrero o marzo no sé qué vaya a hacer. Tal vez me toque hacer rifas o bazares para sobrevivir lo que sea para poder sobrevivir”, indicó.
La situación ha afectado también su estado de salud, ya que ha padecido otras enfermedades que se alteran por la angustia y el estrés.
“Yo me siento bien con el trasplante, pero ahora ando con la tensión alta, con la preocupación encima. Hay días en que no quiero ni saber del mundo, porque llega uno con la moral en el piso cuando después de estar todo el día haciendo fila y que al final le digan que no hay medicamentos eso es terrible”, aseguró.
Afirmó que espera que su lucha le permita seguir con vida disfrutando del amor de su familia que ha sido su gran apoyo.
Antes de despedirse, deja una petición que resume su lucha:
“Ojalá que al contar esta historia alguien nos escuche. Que vean que estamos vivos, que necesitamos esos medicamentos para seguir aquí.”
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Salud (INS), en lo corrido de 2024 se realizaron 1.358 trasplantes a partir de 388 donantes, lo que equivale a una tasa de 7,4 donantes por millón de habitantes. Más de 4.300 pacientes siguen esperando un órgano.